viernes, 3 de mayo de 2019

LEYENDA 31 LA NOVIA FANTASMA DEL RETIRO

La historia que vas a leer es una de mis preferidas, y tal vez la más tétrica, oscura y fascinante. Para ponernos en situación, debemos conocer a nuestros protagonistas primero. Hablo del doctor González Velasco, Don Pedro, que paso de la más absoluta miseria a ser un prestigioso antropólogo. Creo en la capital, la sociedad anatómica y el museo de antropología. Con los beneficios obtenidos de sus investigaciones y conferencias, compro un palacio situado en la esquina de la calle Alfonso XII, junto al retiro. Se casó, y fruto de ese matrimonio, nació nuestra protagonista principal en esta historia, Concha González.  Concha, paso una vida normal, como la de cualquier otra niña, hasta que desgraciadamente con 12 años, contrae la enfermedad de las fiebres tifoideas. Su padre, eminente médico, acude a sus colegas de profesión angustiado. Habla incluso con su gran amigo y filósofo Benito Pérez Galdós  que le aconseja que sea conservador y que deje que la naturaleza siga su curso normal. Don Pedro, desesperado tiene grabado en su mente “En casa del herrero cuchillo de palo” y que este refrán es el que peor podría aplicarse porque no daba con la solución para curar de esas fiebres tan terribles a su hija. Su error, para colmo de males, fue inyectarla un laxante para purgar la fiebre, y tuvo la mala suerte de que falleciera. La esquela rezaba: “Doña María de la Concepción González Velasco y Pérez ha fallecido a las 04:15 de la mañana del 12 de mayo de 1864.” Finalizando “Se suplica el coche, el duelo se despide desde el cementerio”. Aturdido y desolado, el mismo embalsamo su cuerpo y lo momifico entre sus lágrimas, la de su mujer y amistades cercanas. El cuerpo de la joven, fue enterrado en el cementerio de San Isidro. El cerebro humano, que impredecible a veces no deja estar en paz con uno mismo, es el propio enemigo de Don Pedro. Taladra día tras día su mente, su memoria y se inunda del deseo de volver a ver a su bella hija. Decide desenterrarla y cuál es su sorpresa, que tras su excelente trabajo de momificación y embalsamiento, su hija, al abrir el ataúd, está intacta. Puede mover las piernas, los brazos, y conserva su angelical rostro. Decide llevarla a su casa, ante el horror de su esposa. Manda hacerle vestidos nuevos, e incluso el joven médico Teodoro Muñoz Sedeño, se postula como novio. El momento más escalofriante de toda esta historia es el que transcurre durante varias tardes por el paseo de coches del Retiro. La pareja de enamorados pasea tranquilamente ante la horrorizada mirada de los visitantes del parque. La justicia ante este hecho tan inquietante, normaliza la situación del cuerpo de la menor, obligando a su familia a volver a enterrarla. Don Pedro, acaba perdiendo el juicio, a su mujer, sus posesiones, y muere en la más absoluta pobreza. Una vez que falleció, fue enterrado junto a su hija y dice la leyenda, aún se les ve deambulando  por el  paseo de carruajes del Retiro dando un plácido paseo.