sábado, 6 de julio de 2019

LEYENDA 32 EL POZO DE LA SIERRA MADRILEÑA


Escuche esta historia por primera vez en un restaurante de Navacerreda, “El Portillon”, lugar de referencia que deben visitar si paran a comer en alguna ocasión de sus vidas en este maravilloso pueblo cargado de vida y anécdotas. En la terraza de este lugar, se encontraba un visitante habitual de la sierra contando esta bonita leyenda. Tras mi pequeña investigación, descubrí que algunos la ubican en Guadarrama, otros en Becerril, y otros –como nuestro narrador improvisado- se apropia de la misma centrándola en Collado Mediano. Sea como fuere, la historia no muy antigua, finaliza en un pozo. Para quienes no conozcan esta zona, comentaros que está rodeada de fincas y chalets particulares dedicadas la mayoría al descanso estival. Todo sucede en el año 1984 aproximadamente. Eran los tiempos de la “movida madrileña”, con todo lo que aquello conllevo. En cualquier zona de España, también en Madrid y alrededores, el mes de Agosto, es sinónimo de fiesta y disfrute. Nuestra protagonista  a la que llamaremos “Laura”, monta en el Vespino con su novio, para visitar un pueblo de la sierra que ya está en fiestas. Aquellas defectuosas carreteras de los años 80, provocaron la caída accidental de la joven pareja, dando muerte a Laura. Consternación en el pueblo tras el accidente, pues era una pareja joven y muy querida. Pasados los meses, nuestro enamorado superviviente, tiene un sueño que se repite en varias ocasiones. La presencia de su novia Laura, que se acerca a él sonriente, y le susurra al oído; El dinero y las joyas están en el pozo. Juan, nuestro enamorado despierta sintiendo paz, después de recibir un beso en la mejilla de su amada. No le da importancia. Pasada la navidad de aquel año y ya entrada la primavera de 1985, vuelve a tener ese mismo sueño, y durante ese mismo verano, en su casa de la sierra vuelve a suceder. Juan extrañado por la repetición constante de este sueño, se arma de valor, y cuenta la historia a los padres de su novia fallecida. Lejos de ser rechazado, el padre de Laura, se queda atónito y empieza a atar cabos sobre historias que pudieran haber sucedido anteriormente en su familia, tanto, que propone al chico, bajar al pozo seco y vacío, para comprobar que puede haber dentro. Nunca antes se atrevió a hacerlo. El joven accede y con ayuda del vecino de la  parcela contigua, bajan a Juan para ver su estado. Cuál es la sorpresa de todos, y en especial la del padre de Laura, cuando el joven ata a la cuerda del pozo una caja de madera de grandes dimensiones. Una vez a cubierto, en la casa, abren la misma y descubren tres hallazgos que tiñen de lágrimas y emoción a los allí presentes. El primero, un sobre con membrete franquista que contiene dinero de la segunda república, a continuación, un joyero repleto de joyas pertenecientes a los abuelos de Laura, y el tercero, un sobre marcado y firmado por Laura cuyo interior contenía un papel escrito por ella, cuyo destino es su novio donde se lee, “ Juan, Ta amare, incluso en la eternidad”. El padre Laura, conserva el dinero, las joyas que creía perdidas de su padres tras la guerra civil y que no encontraban, y Juan, hoy ya hombre hecho y derecho de nuestros días, la carta de su amada Laura con aquellas palabras de amor y premonitorias. La saco de su bolsillo mientras tomaban el aperitivo en una terraza de verano en la sierra madrileña.