jueves, 29 de diciembre de 2016

LEYENDA 11 LA DAMA MISTERIOSA

LA LEYENDA DE LA DAMA MISTERIOSA DEL MADRID DE CARLOS IV

Durante el periodo del reinado de Carlos IV, se sucedieron muchísimos acontecimientos de vital importancia para la historia de España y para la ciudad de Madrid. Godoy por ejemplo, detenta el poder del despotismo ilustrado por ser un favorito del rey.  Este periodo de crisis económica y política afecta al prestigio de la monarquía, deja paso a la gestación de la revolución Francesa e introduce a España en guerras contra Francia e Inglaterra.  El Madrid de aquella época no tiene desperdicio alguno.  El romanticismo era seña de identidad de los jóvenes y apuestos caballeros. Las damas, caían rendidas ante las palabras y versos de los conquistadores más selectos. Tanto era así, que estos Don Juanes, en concreto Juan de Equineche pavoneaban su porte picando de flor en flor, de mujer en mujer, rompiendo los corazones de grandes damas y enamoradizas damiselas. Equineche, se dejaba caer por la callejuela de San justo, alternando además con mujeres infieles y desengañadas de sus maridos. No pasaba mucho tiempo con una misma mujer, pero lo que él no espero jamás fue lo que le sucedió una noche de primavera. Juan, era un altruista conquistador que pasando cerca de una iglesia, se sintió atraído por una mujer que lo invito a seguirla. Ella misma abrió la puerta de la casa. La casa era lujosa, con grandes salones y distinguidas pinturas. El recuerdo para nuestro protagonista se asemejaba a un palacete. Las malas y buenas lenguas, afirman que los amantes pasaron una noche de amor que jamás olvidara la ciudad de Madrid . El tampoco la olvidaría, pues al amanecer, salió tan aprisa -puesto que tenía que realizar su guardia- que olvido su arma. Presto y dispuesto reculó su camino y aporreo la puerta de su amante para recuperarla.  Nadie atendía su llamada. Nadie abría la puerta. Insistió, grito y pataleo hasta que un hombre de avanzada edad abrió el portón. Ante la insistencia de Juan, y de querer entrar a  recuperar su espadín, este le explico a Equineche, que esa casa donde lo había olvidado, llevaba demasiados años sin habitar, que no había ninguna dama bella y que él era el único habitante y guardes. Lo invito a pasar, y permitió recorrer todas las estancias de la misma. Encontró su arma en una habitación lúgubre y abandonada, no había rastro de lujo y pinturas destacadas. Juan Equineche fue visto dejando su espadín fruto de su mala conciencia y como acto de arrepentimiento. Quedó  los pies del Cristo de los guardias de corps, y prometió que no continuaría con esa vida dedicada a tener amantes y mujeres desconsoladas, o a enamorar y desdichar  jovencitas inexpertas en el viejo arte del amor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario