martes, 4 de agosto de 2020

LEYENDA 41 EL ARBOL Y LA CADENA DE GUADARRAMA EN NAVACERRADA

EL PINO Y LA CADENA DE NAVACERRADA

Muchas de las leyendas que lees o que aparecen este libro tienen como hilo principal el amor. Algunas son mágicas, otras enigmáticas y en ocasiones, hay leyendas que nos dejan con la boca abierta. El amor al que hago referencia en esta ocasión es que se dedican padre e hijo. Todo se sitúa en la sierra madrileña, concretamente en “El ventorrillo”, en la carretera que sube al puerto de Navacerrada.  Ocurrió a principios del siglo pasado y en breve cumplirá cien años. Es una historia de cariño y amor que se quedo eslabón a eslabón marcada en un pino también centenario. Nuestro protagonista, director del periódico “El Sol”, ya desaparecido, era socio del club alpino Español, y se hospedaba en un chalet de la entidad montañera. Disfrutaba dando sus primeros pasos con los esquíes en la nieve. En otoño, primavera y verano, daba grandes paseos rumbo al arroyo Navalmedio, o la pradera de las cortes, y siempre descansaba en el mismo árbol, un pino enorme, centenario, voluptuoso. En el verano de 1924 tras un gran paseo por la zona, le llegó la noticia que jamás quiso oír.  La muerte de su querido padre. Desolado y destrozado, y pasadas las pompas fúnebres y su alivio de luto, tomo una decisión. Decidió cinchar a ese árbol una cadena. Hoy día casi cien años después sigue allí, soportando el paso del tiempo y con el mismo mensaje. A SU QUERIDA MEMORIA – 1840/1924. Aquel mismo año una empresa maderera iba realizar su tala, pero nuestro protagonista lo compró y dejo herencia indicando que los agentes forestales lo cuidaran y fueran incluyendo eslabones según creciera el árbol. Así ha sido. Con el paso de tiempo es un lugar muy visitado, y se ha convertido en toda una referencia e institución en la sierra madrileña. Los agentes forestales no dejan que este emblema se ahogue.



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