viernes, 11 de noviembre de 2022

LEYENDA 54 UNA CASA CON DUENDES

 

La Casa del Duende estaba situada entre las calles Duque de Liria, Mártires de Alcalá y la plaza Seminario de Noble. Este inmueble, tomo su nombre tras una serie de sucesos en los que estos pequeños personajes de fantasía estuvieron involucrados. Si, Madrid acoge a todo el mundo, incluidos los duendes. Los primeros propietarios de entonces, utilizaban el lugar como sitio de apuestas, timbas y juego. Una de tantas noches se en mitad de una partida amañada comenzaron a discutir y, de repente, entró en la habitación un hombre bajito con mucha educación que les pidió que se callaran. No sabían quién era ese hombre y prosiguieron con la discusión. Como no cesaba la pelea, aparecieron una docena de ellos armados y empezaron a golpearles. Ante este hecho, los inquilinos huyeron sin volver al día siguiente. Tras este suceso, la casa pasó a manos de una marquesa, la cual cuando estaba llevando sus las cosas, se quejó de que le faltaban varios objetos. Pensando que había sido alguno de sus criados, fue a echarles la bronca, pero en ese momento aparecieron varios hombres de baja estatura que portaban estos objetos y los dejaron en la habitación sin mediar palabra ante el estupor de la dueña. La marquesa que no podía creer lo que había visto, no volvió a pisar la casa, la dejo huérfana de huéspedes. Tiempo más tarde, otro inquilino, el religioso Melchor de Avellaneda también tuvo estas apariciones, pero en esta ocasión vestidos de monaguillos, no se llevaron nada. Al tiempo, después de varias escenas similares y tras varias apariciones de estos duendes, dejó la casa. La ultima y  siguiente inquilina de la que sabemos su historia, fue una lavandera que atestigua que los duendes siguieron haciendo de las suyas, tirando la ropa lavada, y sin embargo posteriormente que la ayudaron a recogerla, ante el asombro y posterior temor de la mujer, que en varias ocasiones más tuvo problemas con ellos. Con el paso de los años y hasta su desaparición, todas estas historias fueron corriendo de boca en boca y como la pólvora entre los habitantes de Madrid. Tanto fue así que llegó a oídos de la Santa Inquisición, que practicó un exorcismo a la casa y más adelante quedó en el olvido y fue demolida.




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