Muchos lectores, en
diversas ocasiones, me han pedido que hablara en Madrid Histórico de Leyendas
por todos conocidas, o bien que merezcan su recuerdo. También me sugieren que
con carácter histórico, revise algunas urbanas, otras recientes, en definitiva,
que de modo breve, repase algunas historias de Madrid que se convirtieron en
Leyenda con el paso de los años. La primera que os vamos a mostrar, se refiere
a La cuesta de los ciegos. Esta historia la
situamos en una colina, que hoy es nada más y nada menos que la calle Segovia. Por ella
cruza su puente de la calle Bailen, llega al parque de las vistillas, y
ahí situamos el escenario de esta historia. Nos trasladamos al siglo XIII, y
como protagonistas encontramos a dos ciegos y un santo. Dice la leyenda que a
su paso por Madrid, San Francisco de Asís se cruzó con los invidentes. El
santo, sacó un recipiente con aceite y al ungir el líquido en sus ojos, los
ciegos volvieron a ver y no olvidaron nunca el rostro de San Francisco de Asís.
La siguiente historia breve la situamos En el siglo XVI, cerca de la calle
Callao, su transeúntes de repente ven a un rinoceronte corriendo despavorido.
Se comenta que lo trajeron unos feriantes. Un joven para gastar una broma le
dio un panecillo caliente que provoco que se quemara la boca y enfureciera.
Despedazo al joven y de camino en su huida mato a veinte personas más. El prior
de San Martin, expulso a los feriantes. Existe otra versión que alude a que el
rinoceronte fue un regalo al rey Felipe II del gobernador Portugués de Java.
Los madrileños al enterarse de las propiedades afrodisíacas de su cuerno lo
mataron con veneno y le robaron su apéndice. La tercera historia nos lleva a la mismísima puerta
del Sol. La casa de correos, edificio principal que fue
levantado a finales del siglo XVIII. El encargado de tal magna obra fue el
arquitecto originalmente el francés
Jacques Marquet. Pero el arquitecto predilecto de los madrileños era Ventura Rodríguez,
diseño la fuente de Cibeles o de Neptuno y fue quien continuó con las obras. Dicen, que
el mismo demonio se apareció para
defender al arquitecto francés. La insistencia de satanás con sus
apariciones fue tan desmesurada que hubo que contratar al cura de la parroquia
más cercana, para que bendijera el sitio. Hoy día en el siglo XXI hay gente que
dice ver al diablo.
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