Se acuerdan de Enriqueta Martí “la Vampira de Barcelona”?. Secuestraba, prostituía y asesinaba a niños para extraerles la sangre, las grasas y el tuétano de los huesos y elaborar pócimas que sus clientes consideraban mágicas. Sembró el pánico en las calles de la Barcelona de 1912. El relato de las dos niñas que liberó la policía fue recogido por la prensa de la época con buena dosis de morbo y horror. Aquí, en la capital, concretamente en el matadero de Madrid, lejos de la psicosis catalana, sucedió algo significativo. Saben, que el matadero y mercado municipal de ganados de Madrid fue un conjunto de 48 edificios y 165.415 metros cuadrados dedicado a realizar funciones de matadero industrial y mercado de ganados en la ciudad durante la mayor parte del siglo XX. Fue a finales del siglo anterior, y ante el crecimiento de la ciudad con sus problemas de higiene, cuando las autoridades madrileñas comienzan a pensar en la creación de un matadero industrial que abasteciese a toda la ciudad. Desde entonces sufre varios cambios hasta que en los años 90, el arquitecto Antonio Fernández Alba transformó los antiguos establos de vacuno en sede del Ballet Nacional de España y de la Compañía Nacional de Danza. El matadero estuvo en funcionamiento casi durante seis décadas. Su leyenda más curiosa y muy similar a la versión de Enriqueta Martí, se basa en la creencia firme de que la sangre y las vísceras que se consumieran en el momento, darían vigor, fuerza o efectos curativos. Así surgen los llamados vampiros madrileños. En 1933 la revista Estampa, ofrece un reportaje en el que habla de personas que bebían sangre de los animales sacrificados. Los vampiros bebedores acercan su vaso a sus labios sin reparo invadidos por la fuerza de la sugestión ingiriendo el contenido, alguno tiene que hacer gran esfuerzo para apurar el vaso, como si su estómago se opusiese, pero al fin queda satisfecho adquiriendo la energía. En algunas ocasiones las filas de personas que acudían a la ingesta era bastante grande. Con el paso del tiempo y las nuevas normativas sanitarias, este tipo de permisos desaparecieron y los denominados Vampiros Madrileños dejaron de acudir a por su ración de vísceras y sangre asegurada.
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